¿Estudiar una carrera universitaria todavía hace la diferencia?

Mtra. Paloma Prado Robledo

De acuerdo con las últimas cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE, 2022), el porcentaje de personas de entre 25 y 34 años de edad con alguna certificación universitaria aumentó del 27%, en el año 2000, al 48%, en el 2021. Se prevé que la formación superior, en los próximos años, será cada vez más común entre los adultos en edad laboral, pero, ¿por qué es tan relevante la educación superior? 

Mayores estudios, mayores ingresos

La OCDE (2022) afirma que el incremento del número de estudiantes matriculados en educación superior durante los últimos años se debe, en gran medida, a las ventajas laborales que la formación universitaria trae consigo, pues la preparación profesional abre la puerta a más y mejores oportunidades de empleo para las y los egresados de los diferentes campos del conocimiento. 

Los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2020 (ENIGH) (INEGI, 2021) revelan que hay una relación directamente proporcional entre el ingreso y el nivel de escolaridad, es decir, a mayor escolaridad, mayor ingreso y viceversa. Por ejemplo, las personas con preparatoria percibieron, en promedio, 18 523 pesos al trimestre, mientras que quienes cuentan con carrera universitaria recibieron 34 842 pesos; esta cifra aumentó a 69 332 pesos en el caso de las personas con posgrado.

El contar con una carrera universitaria y estudios de posgrado no solo se traduce en una mejor remuneración económica, sino que también reduce el desempleo. De acuerdo con los datos reportados por la (Idem, 2022), la tasa de desempleo promedio para las personas con educación universitaria fue solo del 4%, mientras que para las personas con educación secundaria fue del 11%. 

Educación y movilidad social

Dorn (2017, como se citó en Martín-Noguera, Licandro y Gaete-Quezada, 2018) plantea que la educación superior, comúnmente, se asocia con el éxito individual y este, a su vez, se vincula con los ingresos económicos. 

No obstante, la educación, de manera general, es uno de los principales factores que impulsan la movilidad social, es decir, dota a los individuos de múltiples herramientas “para que tomen mejores decisiones sobre sus vidas y así, puedan alcanzar mayores niveles de bienestar” (Orozco et al., 2019, p. 27). 

La educación universitaria no solo brinda a las y los estudiantes las herramientas necesarias para acceder a una mejor calidad de vida en términos económicos, sino que les proporciona los conocimientos, habilidades, actitudes y valores necesarios para desarrollarse de manera plena.

Hacia la construcción de sociedades más justas y equitativas

Al tiempo que la educación superior se constituye como un elemento esencial para la mejora de las condiciones individuales, también se configura como un factor asociado al desarrollo y bienestar social. 

El filósofo Ortega y Gasset (s.f., como se citó en Tünnermann, 1999) señalaba que la educación universitaria tenía tres funciones primordiales: la enseñanza de las profesiones; la generación de nuevos conocimientos; y la difusión y conservación de la cultura.

El mundo ha transitado hacia nuevas realidades, debido al acelerado avance de las nuevas tecnologías. Las sociedades de la información han reconfigurado la comunicación, las relaciones interpersonales y la manera en que se construye el conocimiento. Estas transformaciones suponen replantear los objetivos de la educación universitaria de cara a los nuevos retos que han traído consigo los cambios a nivel mundial (Luque, 2008). 

Hoy en día, las y los estudiantes y egresados de los diferentes programas de estudio de nivel superior son conscientes de su realidad histórica, se asumen como ciudadanos de la aldea global y se comprometen con temas de prioridad nacional e internacional, como el cambio climático, la cultura de la paz, la equidad de género, la impartición de justicia, entre muchos otros, en aras de contribuir a la construcción de sociedades más justas y equitativas (Luque, 2008).

¿Estudiar una carrera universitaria todavía hace la diferencia? 

Sí, estudiar una carrera universitaria abre las puertas al conocimiento; permite el desarrollo de los individuos y también de las sociedades; transforma al ser humano y, al mismo tiempo, transforma al mundo.  

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Referencias bibliográficas

INEGI. (2021). Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2020 (ENIGH). INEGI. https://www.inegi.org.mx/programas/enigh/nc/2020/

Luque, M. (2008). Educación Superior y Sociedades del Conocimiento. Posgrado y Sociedad, 8(1), 21-49. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3662608

Martín-Noguera, J. J., Licandro, O y Gaete-Quezada, R. (2018). La Responsabilidad Social de la Educación Superior como Bien Común. Concepto y desafíos. Revista de la Educación Superior, 47(186), 1-22. http://resu.anuies.mx/ojs/index.php/resu/article/view/353/251

OECD. (2022). Education at Glance 2022: OECD Indicators. OECD Publishing. D Publishing. https://doi.org/10.1787/3197152b-en.

Orozco, M. E., Espinosa, R., Fonseca, C. E. y Vélez, R. (2019). Informe movilidad social en México 2019. Hacia la igualdad de oportunidades. CEEY Editorial. 

Tünnermann, C. (1999). El compromiso social de la universidad con la paz y la cultura en el próximo siglo. Educación Superior y Sociedad, 10(2), 95-110

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