Cuando la terapia no es terapia: ¿cómo reconocer y evitar prácticas sin evidencia científica?
Universidad de las Ciencias
En los últimos años, la oferta de “terapias alternativas” ha crecido en el campo de la psicología. Si bien algunas pueden aportar cierto bienestar, la mayoría son tratamientos psicológicos que no cuentan con respaldo científico, protocolos profesionales o evaluación de riesgos. Aunque no hay datos precisos en México, en países como España, el Consejo General de la Psicología recibe una media anual de 300 denuncias contra estas prácticas fraudulentas. En un contexto donde la salud mental se ha vuelto una prioridad, distinguir entre intervenciones terapéuticas válidas y prácticas pseudocientíficas es fundamental para proteger a las personas de daños emocionales, económicos e, incluso, legales. En este artículo, se explica cómo identificar las señales de alerta, se analiza la importancia de la evidencia científica, así como los riesgos de recurrir a intervenciones carentes de fundamentos científicos.
¿Qué es y qué no es una terapia?
El ejercicio de la psicología, tanto clínica como jurídica, conlleva una responsabilidad ética primordial: garantizar que las intervenciones que se ofrecen a los pacientes, clientes o tribunales sean seguras y eficaces. Además, la psicoterapia debe ser un proceso profesional estructurado, basado en teorías psicológicas validadas, aplicado por especialistas con formación universitaria y supervisión clínica (Moriana y Gálvez, 2020); dirigido por objetivos claros, y mediado por técnicas consistentes y mecanismos de evaluación.Por ejemplo, la terapia psicológica basada en la evidencia (TPE) se distingue por una metodología de investigación rigurosa, la cual se cimienta en dos pilares: la investigación empírica controlada y la validez de las técnicas, mismas que deben ser probadas mediante estudios controlados y aleatorizados (Echeburúa et al., 2020).
Cuando una técnica psicológica ignora estos estándares, migra de la esfera de la terapia a la de la pseudoterapia, convirtiéndose en una intervención que, en el mejor de los casos, solo aprovecha el efecto placebo o la esperanza del paciente. Actualmente, proliferan intervenciones que se ofertan con la etiqueta de "terapia", "método" o "técnica innovadora", pero carecen del respaldo de la metodología científica. Distinguir entre una psicoterapia válida y una pseudoterapia no es un mero ejercicio académico, sino un acto de protección al público y de defensa de la integridad profesional.
Características de las pseudoterapias: señales de alarma
Para reconocer y evitar estas prácticas, es fundamental reconocer sus patrones más comunes. Las prácticas sin evidencia suelen compartir los siguientes rasgos (Moriana y Gálvez, 2020):- Rechazo del método científico: suelen desacreditar la investigación controlada y argumentan que su enfoque es "demasiado holístico", "único" o "espiritual" para ser medido. Prefieren los testimonios personales sobre los estudios con grupos de control y revisión por pares.
- Principios no refutables: las técnicas empleadas se basan en conceptos “metafísicos”, "energéticos" o “místicos” (por ejemplo: terapia de vidas pasadas o limpieza de aura) que son imposibles de comprobar con la investigación científica.
- Uso de conceptos científicos falsos: usan términos como "cuántico", “memorias celulares”, "vibracional" o "programación" sin algún sustento real, buscando simular el rigor científico de otras terapias.
- Aislamiento académico: operan al margen de las comunidades académicas y profesionales establecidas. Suelen presentarse como víctimas de una "conspiración" de la psicología tradicional.
- Falta de transparencia y formación regulada: la formación para aplicarlas suele ser breve, costosa y ofrecida exclusivamente por el propio creador o su organización, sin supervisión universitaria ni reconocimiento oficial.
Riesgos reales de las terapias sin evidencia científica
Para Ticona et al. (2020), otra consecuencia importante es la revictimización, ya que algunas prácticas asignan culpas familiares, energéticas o espirituales que impactan de manera negativa a quienes han vivido violencia o abuso. A esto se suma la ausencia de regulación: no existe un código de ética, no hay mecanismos formales de queja o denuncia y prácticamente cualquier persona puede ofrecer estos servicios. Finalmente, los daños económicos tampoco son menores, pues se promueven sesiones costosas o paquetes de “sanación” por miles de pesos sin ninguna garantía de efectividad.
¿Qué hacer para reconocer una práctica pseudocientífica?
- Confirma la formación del profesional: asegúrate de que la persona cuente con licenciatura en psicología, cédula profesional y, si es posible, posgrado en psicoterapia o áreas clínicas. Verifica estos datos en los registros oficiales del país (por ejemplo, en México: Registro Nacional de Profesionistas). Un verdadero profesional no se ofende si le pides estos datos; al contrario, los proporciona con claridad y transparencia.
- Pregunta por la corriente psicoterapéutica que utiliza: toda terapia basada en evidencia tiene fundamentos, técnicas y un marco teórico establecido: terapia cognitivo-conductual, humanista, psicodinámica, sistémica, entre otras. Si el facilitador no puede explicar de forma clara qué método usa, en qué se basa y cómo funciona, probablemente no sea un proceso formal. La claridad metodológica es parte de la ética profesional.
- Solicita información sobre el proceso terapéutico: un buen terapeuta inicia con una evaluación clínica para comprender tus necesidades, historial y objetivos. También debe describir cómo será el proceso: frecuencia de sesiones, duración estimada, tipo de intervenciones, confidencialidad y alcances del tratamiento. Si todo se presenta como improvisado, intuitivo o sin estructura, no es una señal de profesionalismo.
- Observa cómo te sientes durante las primeras sesiones: más allá de la técnica, la relación terapéutica es clave. Pregúntate si te sientes escuchado, respetado y sin presiones. Un profesional no te juzga, no te culpa y nunca te condiciona a comprar paquetes, cursos o “sanaciones” adicionales.
- Recuerda que puedes cambiar de terapeuta si no te funciona: elegir un terapeuta no significa comprometerse de por vida. Si algo no te acomoda, si detectas señales de alerta o si sientes que no avanzas, puedes buscar una segunda opinión. La psicoterapia es un espacio para ti, no para quien la facilita.
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Referencias
- Echeburúa, E., Salaberría, K., de Corral, P., & Polo-López, R. (2010). Terapias psicológicas basadas en la evidencia: limitaciones y retos de futuro. Revista argentina de clínica psicológica, 19(3), 247-256.
- Moriana, J. A., & Gálvez-Lara, M. (2020). Psicoterapias y pseudoterapias en búsqueda de la evidencia científica. La ciencia y la práctica profesional en psicología clínica. Papeles del Psicólogo, 41(3), 201-220.
- Ticona Quispe, E., Mamani Chuquimamani, M., Parizaca Mamani, S., Aracayo Condori, J., & Condori Palacios, E. (2025). Prácticas psicológicas sin base científica: riesgos e implicancias sociales. Revista Lex Enlace, 2(2), 208-237. https://doi.org/10.63644/tfwdr772

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